193. A porrazos aprende el hombre

Después de muchos meses sin escribir, por fin tengo un artículo decente para ustedes. ¿Será necesario aprender siempre a costa de caerse en el camino de la vida? Titanic me ayudó a analizar esta situación.
Listo para volver a escribir

¡Uf, uf y más uf! ¡Tanto tiempo sin pasar por aquí! Mi pobre blog... lo he dejado muy botado. Pero ya saben... siempre están las ganas de escribir... eso nunca lo pierdo. Así que hoy me lanzo nuevamente aquí a mi blog, y espero que de aquí en adelante me haga el tiempo para escribir de vez en cuando.

Yungay
Este fin de semana recién pasado, fui a casa de unos amigos a la localidad de Yungay (de ese pueblo ya les había hablado en un "Viajando con Panchito"). El sábado por la tarde nos quedamos viendo películas, y en un canal de cable estaban dando Titanic y quedé boquiabierto cuando vi que el barco se hundía, ¿de verdad se hundió? No tenía ni idea... Bueno, la cosa es que la película en sí, aparte de ser larga, es... ammmm... ¿cómo decirlo? Ummm... es que ver al protagonista de la película arriesgarlo todo por su amada, a tal punto de dar su vida por ella, es tan tierno... Ok, no, es solamente más de lo mismo... todas las películas tratan en escencia de eso. Pero, a lo que voy yo es que, al ver la película, comencé a reflexionar en algo que, a simple vista, parece tan obvio, pero que en la práctica pareciera ser que no lo es: por algo los seres humanos somos tan tercos y porfiados. ¿Qué es ese algo que ví? Que los seres humanos debemos, sí o sí, aprender a porrazos.

Claro, es una verdad elemental y fundamental en la existencia del hombre sobre la tierra. Desde el mismísimo principio de la humanidad: Adán y Eva comieron del fruto prohibido, y aprendieron a porrazos (muriendo al final) que siempre es mejor obedecer a Dios, ¿no? Y las consecuencias de su decisión tan tonta las vemos hasta el mismísimo día de hoy. ¿Y qué tiene que ver Titanic con todo esto? En realidad, nada... Tiene que ver... al menos en algo.

El RMS Titanic, el barco más lujoso de su época

Seguramente has visto aquella película, ¿no? Y aunque no la hayas visto, es de conocimiento casi general que la cantidad de personas que viajaban a bordo del Titanic (el barco más lujoso en su época) superaban con creces la cantidad de botes salvavidas en caso de emergencia. Al fin y al cabo, la gente pensaba que era casi imposible que el Titanic se hundiera (típico pensamiento altanero, dándose ínfulas el ser humano desde tiempos remotos, creyéndose lo más bacán, siendo que al final siempre quedamos como unos reverendos fracasados). El tiempo demostró que en realidad, el Titanic no era infalible. Y lamentablemente para corroborar eso tuvieron que morir muchas personas.

Uno de los botes salvavidas
Volvamos al ejemplo de los botes salvavidas. ¿A quién se le ocurrió la genial, espectacular, maravillosa, estupenda, ilustre, asombrosa, admirable, pasmosa, sorprendente y prodigiosa idea de poner pocos botes salvavidas, siendo que era obvio que no cabrían todos los pasajeros dentro de ellos? El barco llevaba en su viaje inaugural (y por cierto el último) 2223 pasajeros. Y los botes hacían para 1178, por lo que un poco menos de la mitad estaba condenada a morir en caso de hundimiento. Dicho y hecho: se hundió y murieron 1514 personas, la mayoría hombres y de tercera clase. A porrazos aprendieron que, por sobre la estética de un barco (razón por la cual sacaron muchos botes salvavidas y sólo dejaron 20), está la seguridad de los pasajeros. Hoy en día los botes salvavidas deben tener la capacidad de llevar a todos los pasajeros de un barco. ¿Cómo aprendieron? A porrazos.

La X en esta imagen es el lugar exacto donde los humanos aprendieron a porrazos que hay que poner botes salvavidas para todos los pasajeros :)





Y la historia de la humanidad está plagada de porrazos. Incluso en cosas tan cercanas. No es necesario una gran tragedia para ver que el ser humano aprende bajo ese concepto. ¿Una curva cerrada en una carretera? ¿No tiene barreras de contención? Las autoridades esperan que un auto pase de largo para poner una barrera. ¿Que cierta persona no te conviene como pareja? Tienes que sufrir para darte cuenta de eso. Y ahí recien te alejas de esa persona. Y suma y sigue... 

¿Es necesario aprender a porrazos? No necesariamente: para poder aprender si tener que sufrir las consecuencias de nuestras malas decisiones, es preciso estudiar y comprender situaciones que han vivido otras personas y que son parecidas a las que has vivido tú. De acuerdo a cómo reaccionó cierta personas frente a cierta presión, y viendo las consecuencias de las decisiones que tomó, podemos tomar la decisión correcta. Otra forma sería escuchar los consejos sinceros de personas que desean lo mejor para tí. Si eres Cristiano sería bueno leer la Biblia y confiar en lo que Dios quiere para tí, y la ayuda que brinda Él. La idea es no aprender a costalazos.

Un Iceberg
El señor Edward John Smith, capitán del Titanic, hizo caso omiso a las advertencias recibidas sobre los icebergs. Es más, aumentó y mantuvo esa velocidad presionado por el presidente de la línea de barcos a vapor que poseía al Titanic. Eso nos recuerda que ignorar las advertencias y ceder a la presión de otras personas pueden terminar con situaciones catastróficas. El capitán del Titanic pagó con su vida ese craso error.

En conclusión: nosotros no debemos ser como los seres humanos en general que aprende a porrazos una y otra vez. Te lo digo por experiencia propia: no es gracioso caer una y otra vez para aprender en la vida. Por lo tanto, hay que pensar muy detenidamente antes de tomar decisiones importantes. Recuerda: si hacemos eso, no terminaremos con las rodillas peladas al aprender a porrazos.

No te caigas... y si te caes, levántate y sigue tu camino :D
Nota: si deseas aprender más acerca del RMS Titanic y su hundimiento, puedes leer los siguientes dos artículos de Wikipedia. Además, las imágenes 3, 4 y 5 (de arriba hacia abajo en este artículo) están tomadas de aquellos artículos.

La imagen 6 fue tomada de este link:
La imagen 7 fue tomada de este link:
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